Enrique tenia ya varios días caminando por la calle desesperado y loco por lo que le había sucedido unos días atrás, no podía pasar huyendo de todos y de si mismo, no podía con la culpa que lo acongojaba.
Unos días antes un raro suceso ocurrió por la madrugada, un cadáver apareció en la casa de Enrique , se trataba de su tío Don Eulalio, estaba sobre el piso, con un balazo en el corazón, seguramente murió al instante, Enrique lo observo detenidamente, el cuerpo esta tan tranquilo en el suelo, por un lado un misal, alguien lo asesino, la bala de una pistola le quito la vida, por la cabeza de Enrique pasa la idea sobre quien podría ser el asesino, sin duda alguna una mano disparo el arma.
Enrique apenas y puede con la resaca, se rasca la cabeza, pero no lo hace con su fría mano, se da cuenta que el tiene el arma de donde salio la bala que le puso fin a la vida de su tío, -¡no puede ser!- grita Enrique con mucho susto, toma el misal, avienta el arma al piso y sale corriendo de la casa ahora convertida en la escena del crimen.
La misma escena se convirtió en noticia, el encabezado del diario: DESALMADO SOBRINO ASESINA A SU TIO, las columnas decían: “Don Eulalio Lagos apareció muerto el día 16 de mayo. A su lado hallaron el arma que utilizo el asesino cuyas huellas digitales impresas en ella pertenecen a Enrique Lagos, sobrino de la victima, quien ya es buscado por la policía”.
Un detective se encontraba leyendo tal noticia, es el encargado de llevar el caso, decidió tomar un descanso e ir a almorzar, los huevos fritos que pidió en aquel restaurante tuvieron que ser abandonados por el detective al recibir una llamada.
-bueno-
Al otro lado del teléfono una voz temerosa dijo –Detective, ¿usted lleva el caso de Don Eulalio Lagos no es así?-
-así es ¿tiene noticias, o algo que yo deba saber?-
-si señor, mejor que eso, se quien es el asesino, lo veo en la banca del parque, en frente de la torre del reloj a medio día-
La llamada termino, y el detective partió, pagando el desayuno que no consumió.
Llego la hora, el detective aficionado con todo y su miopía, esparaba en la banca impaciente, era de esperar, es un hombre comprometido y prefiere llegar mas temprano de lo habitual, además esto era de trascendencia en su caso.
Miraba el tranquilo paisaje del parque cuando un hombre se acerco a el
-buenos días señor, me llamo Enrique Lagos- Dijo aquel hombre
-ya son tardes señor, pero aun así, mucho gusto soy Teodulo Botanes para servirle- contesto el detective sorprendido. Fingió no saber quien era el hombre y pregunto:
-¿Quién es usted señor?
-¿no reconoce mi nombre? ¿No ha leído los periódicos?-
El detective respondió- no señor, pero dígame en que puedo servirle.
Preocupado Enrique contesto –Hace apenas unos días asesine a mi tío-
-¿le ha dicho a alguien más sobre esto?-
-no señor, solo al padre con el que me fui a confesar-
Teodulo sonríe y dice –jaja, el hombre, siempre utilizando la religión para limpiar sus malos hallazgos, un día Dios crea la tierra y al hombre, y al otro el hombre inventa algo llamado religión, con confesarse creen que ya están limpios, bien muchacho, lo que hiciste esta muy mal, a los tíos no se les mata jaja.
Enrique contesta – la verdad no tenia razón para matarlo, últimamente no nos llevábamos del todo bien, pero no era razón para matarlo, yo estaba muy ebrio, cuando desperté yo tenia la pistola en la mano.
El detective solo lo observaba al hablar, mientras Enrique sacaba el misal que tenía guardado en el bolsillo de su saco.
-me entere de lo demás gracias a los periódicos, ya no puedo con esta culpa, a veces me pregunto ¿Por qué no cuando vi el cadáver me metí un plomazo en la cabeza?- dijo Enrique, el detective movió la cabeza y con una voz grave dijo al presunto culpable.
-aremos una cosa hijo, tu te estas culpando por algo que no recuerdas, entonces si no lo recuerdas ¿Qué te hace sentir culpable?, a eso se le llama cruda moral hijo, iremos a declarar, ¡tendrás que entregarte!-
El detective seguro de si mismo y el asesino acongojado con la mirada hacia abajo, ya no savia si era su culpa, llegaron a la delegación.
Antes de llegar ante el juez, el detective pregunto- ¿no has cambiado la marca del misal?
-no señor ni si quiera lo he abierto-
Se acercaron lentamente al juez, el detective le dijo –vengo a denunciar al asesino de Don Eulalio-
El juez pregunto –bien ¿Dónde esta?-
Enrique contesta con temor –soy yo…-
-¿usted es Enrique Lagos?- contesta el juez sorprendido.
Contesta con el mismo temor -si señor-
-¡queda usted detenido!-
Los policías se dirigían a Enrique cuando el detective se atravesó en su camino gritando – ¡un momento! Este joven no es el asesino-
La reacción de todos fue -¿Qué?- Incluyendo a Enrique
El detective camino hacia el juez con el misal en la mano.
-En el misal de Don Eulalio, esta marcado hasta el día 15 de mayo, el día anterior al crimen, Lo que indicaba que Don Eulalio no asistió a misa, el nunca faltaba.
Los amigos de Enrique Lagos afirman que cuando lo dejaron, allí no había nadie muerto en el portal.
El juez interrumpe enérgicamente – entonces ¿Quién es el asesino?-
El detective continua -El velador declaro a la policía haber visto a salir a Don Eulalio salir a la s 6 de la mañana y que regreso de ella a las 7, minutos antes que su sobrino llegara borracho acompañado de tres amigos.
A las 6 de la mañana Don Eulalio ya estaba muerto, ese día no fue a misa, de lo contrario estaría marcada en el misal. Entonces alguien miente.
Todos comienzan a imaginar las imágenes de una silueta viendo como dejan a Enrique ebrio, al ver que ya no estaba conciente el asesino aprovecho para dejar el cadáver en la casa de Enrique y poniendo el arma en su mano.
El juez dice- ¡El velador mintió, el es el asesino!-
- así es señor juez, el criminal planeo todo, pero el imbecil no pensó en el misal- contesta el detective, volta a ver a Enrique y dice –puedes irte hijo, eres inocente.
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